sábado, 1 de noviembre de 2014

El viaje del viento


El viento acariciaba su piel rosada y tersa; jugaba con sus trenzas en cada embestida; acompañaba sus risillas de cascabel, que llenaban el ambiente de ternura.
-¡Más alto, mamá! -gritaba con su vocecilla dulce e inocente.
El viento bailaba a su alrededor, memorizando la entrañable estampa. Se la llevaría en su viaje por el mundo y la recordaría cuando la maldad y la desventura impregnaran su aliento.
-¡Achís! -estornudó la pequeña y fue la señal que le recordó que debía seguir su camino.

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